La ingestión de plomo metálico supone un grave problema para la supervivencia de las especies carroñeras.
Centinelas del medio ambiente: La salud de los consumidores de carne de caza también se ve afectada.
Isabel Navas, Pedro María Mojica y Antonio Juan García (28-03-2022)
La evidencia de que la munición plomada es tóxica para todos los seres vivos (incluido el ser humano) está más que demostrada, pese a que aún haya sectores y lobbies empeñados en demostrar lo contrario. La avifauna de humedales es la más expuesta y sufridora del envenenamiento por plomo metálico procedente de la actividad cinegética, pero la avifauna terrestre, aunque menos expuesta, no está exenta de riesgos. Y tampoco lo están los consumidores de carne de caza. Un trabajo publicado en 2005 ya hipotetizaba sobre el riesgo de elevada ingestión de plomo metálico en la población de buitres leonados del Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas (García-Fernández et al., 2005). Una necropsia recientemente realizada a un buitre leonado que presentaba una intensa diarrea verde sospechosa (foto 1) reveló la presencia de un proyectil de plomo de considerable tamaño en su estómago (foto 2).
Ambos signos junto con los elevados niveles de plomo sanguíneo son pruebas indiscutibles de que la hipótesis del plumbismo en carroñeras es cierta. Seguimos abogando por la retirada de la munición plomada que pone en riesgo las poblaciones de fauna, pero además debemos recordar que este buitre está actuando también como un centinela más de los riesgos a los que está sometida la población que consume carne de caza abatida con munición plomada. Un humano raramente ingeriría un objeto extraño de ese tamaño, pero es bien sabido que el plomo impactado en las piezas de caza se rompe en multitud de esquirlas de plomo pequeñas que sí son ingeridas por los consumidores, aumentando así considerablemente la ingesta de plomo metálico en la dieta y superando los niveles de seguridad alimentaria establecidos. Un trabajo realizado recientemente para WWF-España demostró la presencia de numerosas partículas de plomo en embutidos (salchichón y chorizo) de piezas de caza (ciervo y jabalí) perceptibles por rayos X (foto 3). Casi la mitad de los embutidos analizados presentaban concentraciones de plomo superiores a la concentración máxima permitida por la legislación europea en materia de seguridad alimentaria (García-Fernández et al. 2019).